Y no querer salir.

Y no querer salir.
"Parado frente al mar, mientras el mundo gira."

domingo, 6 de noviembre de 2011

Frío sol de invierno





Te busco en un principio, y solo te encuentro en un final.
Las olas siempre rompen mis castillos de arena.
Sentimientos extraños, sensaciones intensas.
No sé muy bien el por qué, no suelo dedicar mucho tiempo a buscar respuestas, a veces es más listo el que pregunta.
Veo caras enfermas ocupando rostros que habían sido salvajes, dulces, incluso felices, y ahora han dejado paso a la rutina intrínseca en la desmotivación.
No quiero que pienses que me rindo por placer, quizás es simplemente un estancamiento temporal, tengo que ponerle los puntos sobre las ies a mi conciencia.
He andado y andado siguiendo un camino que creí mío, en el que puse mi nombre, y mantuve la esperanza viva a cada paso, por muchas veces que tropezara.
El tiempo siempre nos enseña a levantar y golpear.
Ahora siento que estoy secuestrado en contra de mi voluntad.
Ahora siento que mi camino ya no me pertenece.
Mi jodido cuerpo se estrecha a cada día que pasa, me adelgaza la rabia de mierda.
Me llegué a sentir como un extraño en mi propio paraíso, y como dicen lenguas maestras, deviene en infierno, quedándome con la vida que me quema entre los dedos.
Me llegué a sentir como un extraño cuando me miraba al espejo, y acabé por no reconocer mis rasgos, mis gestos, mis palabras, el brillo de mis ojos.
Me llegué a sentir mal por dentro, me sentía mal dentro de mi propio cuerpo.

No hay gloria sin dolor tras la tormenta.

Estuve demasiado tiempo anclado en mis errores, en las deudas que pagué, en tus recuerdos.

Si hay una salida, volaré tan alto que no alcanzará tu vista.
Aún no he perdido la batalla contra el miedo.
Pero termina el sueño, suena el disparo.




A veces, las palabras, hacen mucho más que un arma.
Y también, a veces, la esperanza tiene un matiz gris.
Me miro, la miro, ¿qué es lo que espero?, olvídate, hijo de puta.
Odio sentarme solo en los bancos.


“Ya no hay caballos blancos, ni mujeres guapas en mi puerta”

viernes, 28 de octubre de 2011

Polvo en el viento.





He aprendido de los errores que he cometido, marcados con ígneo hierro en cada una de mis venas, recordandome las heridas que no he querido dejar cicatrizar.
Tras muchos años de aciaga vida, he conseguido salir del caos, después de haber visitado el exilio, sin apenas recordar el camino andado.
Ignoré voces hermanas que me advertían y aconsejaban, y también desmentí las voces de extraños que me guiaban por veredas estrechas y oscuras, donde la ociosidad dejaba huellas al andar.
Busqué la perfecta bajada de telón durante tantos años, que me acabé olvidando del transcurso de mi vida, como si se tratara de una obra de teatro barata, interpretada por actores frustados que no consiguieron más papel que en un anuncio publicitario de pastillas contra el ardor de estómago, dirigida por un guionista bipolar, manejando nuestros roles como si de marionetas paralíticas se tratara.

Sueño con acero ensangrentado, y veo mi alma reflejada en un charco de hiel, rompiendo mis pasos el silencio de una noche de color púrpura. El mar se encarga de la música de fondo, las olas también rompen mi cuerpo en la arena.

Me pongo a pensar en las cosas que he perdido, en los amigos que se han quedado, en los amigos que no vendrán; pienso en las mujeres a las que les he entregado mi alma, y la han deshechado, y se han reído, y me han engañado. Pienso en las personas que han aparecido en mi vida por una razón, y lo único que han conseguido es acabar con mi paciencia. Pienso en los paseos a solas conmigo mismo, sin querer hablar con nadie, sin poder hablar con nadie.
También pienso en el futuro, a menudo de hecho, y me pongo triste, y me enfado, y me revienta la rabia por dentro.

Sueño con habitaciones sin ventanas, con rostros pálidos manchados de tristeza, con sombras que no quiero recordar. Con casas vacías y trasteros repletos, con rincones de voces donde nadie sonríe.

Puedo pasarme todo el día contando las deudas que he pagado, los pagarés que he extendido a manos amigas que rompieron mis brazos, quilates de confianza invertidos en alguien que acabo invirtiendo el sentido de mi situación.
Podríais borrar mi vida del pasado, sin que quedara nada, y nadie, de puertas a fuera de la lealtad de mi sangre, se daría cuenta pasada una semana.
No se puede volver atrás, la vida nos empuja, nos acorrala, nos folla soplándonos en la nuca, nos presiona, y no podemos abrir la puta boca, salvo para gritar.
Pero a pesar de ello, sabed que, hasta el momento, jamás me he rendido, que siempre he sacado el lado positivo de los golpes, que siempre he procurado levantarme en cuanto mis dientes tocaban el suelo, de rodillas otra vez.
La banca se ha quedado con todas las apuestas, hay que empezar de cero.

Sueño que nunca mas vuelvo a ver el sol como aquél día, que nunca vuelvo a ver amanecer, que mi cuerpo no vuelve a entrar en éxtasis con solo levantar la cabeza y mirar esa enorme luz roja naciendo de la tierra, depurando todo lo que aconteció hasta la noche anterior cuando cayeron estrellas...

Me rindo...
Rendirse...¿antes muerto? yo ya estoy muerto, y tú ya estás muerto, ya estáis muertos.
Toca echarse a correr atravesando puertas, echarse a correr pisando charcos, saltando muros, me toca echarme a correr para desplegar las alas y coger vuelo, no hay gloria sin dolor tras la tormenta.
Hay veces que me sobran las razones para hundirme, que me faltan los motivos para respirar.
Puede que la temprana visión lineal de la imagen de la insatisfacción propia sea una de las causas.

Sueño en blanco y negro, con personas cuyo nombre conozco pero su cara me es imposible de recordar, con canciones que no hacen daño, interpretadas por extrañas fuerzas que provocan sudor frío.

Vivir en un circo y dormir en la jaula de los leones no acaba siendo muy productivo para el crecimiento personal.
A veces me siento el homónimo masculino de Alice Gould en Los renglones torcidos de Dios. Manejo con mis propias manos una locura infundamentada para poder pertenecer al mundo enfermo de los demás, resultando yo el más incapacitado de todos.

El color amarillento de mis dedos se extiende poco a poco por todo el cuerpo, y los huecos en el alma se ensanchan a medida que el calendario retrocede.
Temo quedarme vacío, pero más temo el llenarme de trivialidades y sin sentidos.

Solo dime que vaya.

Sueño con mi cuerpo sometido a la ingravidez en la caída más brutal que nunca nadie haya experimentado, abriendo el pecho para respirar el irreparable golpe.
Sueño con cerrar los ojos y dormir tranquilo, y al levantarme, haber cambiado todo de color, y comenzar de nuevo.

Recuerdame como fuí, con mis luces y sombras, con mi sonrisa gris y mis ojos tristes.
Recuerdame aunque no me dieras la oportunidad de hacerme un hueco en tí.
Recuerdame aunque te olvides de mi cara y de mis manos.
Y recuerda, que aunque tu mundo se viniera abajo, yo podría haber sido el Titán que sostuviera tu esperanza.

Y volaré sin futuro ni pasado, envuelto en el vapor de las nubes.
Sin sentir el vacío de las entrañas, sin sentir el miedo en cada golpe de reloj.
Las despedidas huelen a humedad, a manos agrietadas, a labios cortados.
Para terminar, hay que regresar al principio.

No me gusta vivir en la ciudad, me recuerda que estamos hechos de vacío.
Ya no recuerdo cómo se escucha el silencio en las tardes de domingo.
Ya no recuerdo cómo se oye mi voz desde fuera.
Apenas consigo acordarme de las caras.
Supongo que estoy más acostumbrado a las despedidas, al reverso de las manos, al ruido de las puertas de madera.
Supongo que antes de oír esas puertas, debí abrir una ventana, y saltar.
Pero supongo que nunca me gustaron las alturas, nunca las temí, he aprendido a no temer nada, pero no me gustan, estoy demasiado habituado a experimentar las caídas y no soy un as encajando golpes.
Los golpes me dejan marca, y me cortan.
Las cicatrices son mas fuertes que la piel, me recuerdan que algo ha ido mal, por eso estoy lleno de heridas, que aún, no quiero dejar cicatrizar.
Quizás por eso ya no miro al cielo.
Llevo años con los ojos apuntando al suelo cuando camino, soy ciego, sigo tropezando.
Adoro el invierno, encerrado, las mentiras no tienen sitio en mi casa, esté donde esté.
Adoro el invierno, encerrado, tengo excusas para que me falte calor.
Adoro el invierno, encerrado, me quema la vida en las manos.
Odio el invierno, encerrado, no quedan sitios donde huir.
Odio el invierno, encerrado, tengo demasiado frío.




Polvo en el viento, todo lo que somos es simple polvo en el viento...

miércoles, 19 de octubre de 2011

"Y se juega la vida, siempre en causas perdidas..."



Me contó que se le quebró la voz la última vez que habló con el corazón en el puño.
Que le faltaba el aire, o que algo el oprimía el pecho.
Me dijo que desde ese mismo instante, decidió no volver a respirar.
Que le preguntara al espejo hace cuanto no le veía llorar, que me sorprendería de ver lo fuerte que se había vuelto su apariencia.

No sé si te acuerdas, pero sigue siendo ese chico sin problemas que siemper te hace reír, ¿verdad?.
Le cuesta tanto levantarse por las mañanas...
Desayuna dosis triples de ambición para superar seis horas sin derrumbarse.
Le da miedo acabar queriendo desayunar dosis triples de heroína.

Vuestra rutina, la que os entretiene, la que, poco a poco construye vuestro futuro, a él le parte el alma.
Dice que ojalá tuviera valor para abandonarlo todo, huir y explotar, y meterse a cura, o a puta, a estas alturas ya no le importa.

Sigue soñando con su vida lejos de aquí, pero algo le impide tomar la decisión definitiva; algo, alguien, le retiene aquí, alguien que no conoce,que no ha conseguido besar ni captar su atención ni por tres minutos, asuntos que no ha podido terminar, ni empezar, todas las cosas que le quedan por hacer.

Quizás se marche dentro de poco, con sigilo, sin dañarse a sí mismo despidiendose.
O quizás más adelante.
O quizás se muera mañana, y decenas de personas lloren por él, y empezará la carrera por ver quién era la persona que más le quería.
Hipócritas.
No quiere estar muerto para que la mujer de su vida piense que le quiere.
Le sigue aterrando pensar en la muerte.
Y también le sigue aterrando estar solo, de cuerpo y de mente.
Y echa de menos follar por amor.

Me dice que ha nacido en una época que no le corresponde; que conocer a la gente por una foto, usar las drogas como alternativa, no amar a nadie más que a tí mismo, no le va.
El golferío para todos los demás.

Me ruega que entienda que, él, también se merece que unos ojos bonitos se enamoren de él, y que le conviertan en la persona más imperfectamente especial de su mundo.
Me dice que quiere un mundo entero solo para él.
Donde a la gente le vuelva a doler escuchar una canción.
Donde la piel de gallina sea la traducción literal de la línea de un libro.
Donde el sudor frío sea síntoma de un placer desconocido.

Este no es su mundo, ni la gente que quiere, aunque ellos tampoco le quieran a él. Pero también me dice que está tomando decisiones, y que se ha cansado de ser el amigo feo que os hace reir.

El amor propio que le queda le impide pensar que no vale nada, pero me pide, que porfavor, alguien se lo demuestre.
Escribe en las paredes que es un viaje jodidamente largo para una sola persona, aunque solo sea un tramo.

Iba a decir que le podeis llamar romántico, tipo con valores e ideas, pero mejor todavía, llamarle gilipollas.

Lo peor de todo, es que se está muriendo el niño que tenía dentro.

Y sin que nadie se mueva, ¿quién lo arregla?.

martes, 4 de octubre de 2011

Barcelona, sigues siendo.

Ahora que me he muerto, volveré a renacer dentro de tí.
En dos días me perderé en tus calles.
En dos días me esconderé en tu arena.
En dos días me ahogaré en tu mar.
En dos días inhalaré tu aire.
En dos días desharás el nudo en mi garganta.
En dos días querré huir y matar esta vida gris, para quedarme contigo, con las calles de Marina.

Sigues siendo.
Hasta pronto.

Alea

sábado, 24 de septiembre de 2011

Cuándo se gana

Araño el tiempo y la obsesión, no va a quedar nada de tí.


"¿Cuántas vidas vivímos?, ¿cuántas veces morimos?. Dicen que todos perdemos 21 gramos en el momento exacto de la muerte, todos. ¿Cuánto cabe en 21 gramos?, ¿cuánto se pierde?, ¿cuándo perdemos 21 gramos?, ¿cuándo se va con ellos?, ¿cuándo se gana?, ¿cuándo... se gana?..."




No encontré mis sonrisas en su cara.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Historia de amor entre mi doble personalidad.



No podría vivir sin el odio galopando por mis venas, pero sí sobrevivir sin que el amor me haga latir.

Tan triste...

Por fin he encontrado trabajo, voy a poder sacarme el carné, seguir tatuandome e ir a Barcelona más a menudo.
Además, tengo que ser feliz. Me dejo los riñones moviendo cajas en un almacén, pero dicen, que quieren gente simpática, sonriente, agradable y dinámica.
Me encanta, vuelvo a ser ese tío gracioso de ropa rara y pendientes extraños.

Es genial, sobre todo cuando salgo del almacén y me pregunto qué coño voy a hacer durante el resto del día.
Está claro, esperar a despertarme al día siguiente, y dando gracias.
Suma y sigue.
Suma y sigue.
Suma y sigue.

Qué puedo decir, mi aspiración en estos momentos no va más allá (suficiente) de intentar que mi madre esté feliz y no plegar un coma etílico.

Hablando de ello, mañana es viernes, otra noche en la Momia, bebiendo veneno ausente de la gente, para no perder la costumbre que me ahoga.

¿Quién coño me aporta algo positivo para sonreír?

Tampoco estoy tan mal.
No sé, tú que me entiendes, ¡sabes esa sensación de estar completamente vacío por dentro?.
Como cada vez que vomito, intentado mantener el tipo a cada bocanada de aire que forma un nudo en mi garganta.

Quizás me he vuelto aún más inconformista.
He andado tanto tiempo a oscuras recibiendo palos, que pienso que un destello de luz me dejaría ciego, y los párpados se me pegan después de tanto tiempo. Parece que tenga que esperar a la perfección en persona para que me diga "venga, cogeme la mano, que queda mucho, y muy bueno".
Sí joder...la vida es triste, pero por eso tenemos que apreciar más los momentos buenos.
La vida son todos esos instantes irrepetibles que guardamos en la retina del alma, que, muy de vez en cuando, se reviven en nuestras cabezas, para sacarnos la mayor de las sonrisas.
Y adoro esos segundos...estamos hechos de recuerdos, de ilusión y de la desesperanza heredada, de pequeñas batallas y grandes derrotas contra uno mismo.

Algo me oprime el pecho, sigo teniendo miedo de nada, cuando nada vale nada.
Merezco alguien que me deje que le haga feliz, y que me pague con una sonrisa de buenos días, desde donde sea, como el mayor de sus tesoros.

¿No sientes el frío? Otra vez, de rodillas contra el suelo.

Guarda siempre una bala para el espejo, nunca sabes cuando llegará el momento de buscar otro horizonte.

Cambiaría, lo juro.
Bajo mi puta piel se esconde un mundo.

"Y qué le importa a nadie cómo está mi alma"



Harto de vivir en tierra de promesas muertas...

lunes, 19 de septiembre de 2011

Submundos paralelos.


"Si tengo miedo, que no lo tengo, susurro, y pienso."

Me hundo en el barro, y mis suelas llenan el camino de color olvido.
Tus pasos, ajenos, lejanos, rompen cualquiera de mis silencios.
Tus manos, ajenas, extrañas, juegan a hacerme estallar.
No recuerdo la última vez que me creí una caricia.
Sin embargo, siempre recuerdo cada una de las veces que me perdí en ojos desconocidos, en lo más profundo de la ingenuidad humana.
Los cementerios están llenos de valientes, pero joder, pensar en matar mi conciencia por una buena razón no estaría nada mal.
Pero faltan motivos, incluso para sonreír, si no se refleja el amanecer en otra espalda.
Paso las noches acordandome intensamente, sangrando hasta morir, de recuerdos que no me pertenecen, acordándome de momentos que no he vivido, de manos que no he tocado, de personas que no he conocido.
al fin y al cabo, mi realidad es todo aquello que pienso.
Me violan las dudas existenciales, hasta el punto de creer una cercana locura inapreciada para todos los que me rodean, para los que me miran y no me ven, para los que me hablan y no me enseñan, para los que me oyen pero no me prestan atención, para los que de verdad me escuchan pero no me entienden, * para las que me follan y no me hacen temblar por dentro...

Bendita esa locura, que con alguien, algún día, estaré dispuesto a compartir.


martes, 13 de septiembre de 2011

Radiografía de un suspiro.


"Comienza por el comienzo."



Juro que hoy no me afecta tu ausencia, sería condenarme por un error.
Estoy bien, ya sabes, siempre soy ese chico feliz que no tiene problemas, el que hace reir a los demás.
Conozco a algunas personas que también son así.(Ánimo, Lady.)
Pero joder, me suda la polla lo que pienses de mí, solo hace falta mirarme para ver que no soy como tú, y que gracias a Dios, ni siquiera pienso en serlo.
Me siento bien en mi mundo, tengo miles de castillos en el aire.
Me gusta no sentirme como tú, como él.
Me gusta no escuchar tu música o llevar tu ropa, no ir a los mismos sitios, saber lo que es sufrir en todas las áreas de la vida, para valorar realmente lo que importa, y reordenar las prioridades.
Me gusta que me haya costado, y me siga costando.
Quizás pienses que mi postura anatómico-metafísica es algo masoquista; puede ser, he aprendido a respirar el dolor para luego destilarlo en forma de un aprendizaje sistemático.
He perdido demasiadas cosas a lo largo de los años, y es verdad que hay que estar en el fondo del pozo para ver la luz.
Cuando estás completamente vacío, es cuando encuentras señales de vida hasta en el pedazo más inherte de consciencia humana (incluso animal...).
Sé lo que estoy buscando, ahora estoy seguro, y es gracias a todos vosotros, a todos los que me habeis fallado, a esos que me mintieron, a todos los que me dejasteis de lado cuando no podía andar, aquellas que me tiraron al punto limpio cuando estaba totalmente congelado.
Sí, os vuelvo a dar las gracias. Me habeis enseñado lecciones más valiosas que todas vuestras vidas juntas.
Me habeis enseñado lo que importa de verdad, y lo que tengo que compartir, y a quien tengo que esperar para compartirlo.
"La venganza es un trasto tan inútil."
Demasiado plomo malgastado en cuerpos innecesarios (gracias Eskorbuto, siempre Iosu).

Intento ser feliz. Como veis, más o menos he podido salir de aquél mundo de mierda donde estuve metido, aunque muchos lo sigais pensando que ese chaval es un delincuente, estoy orgulloso de haber cambiado (yo, que pensaba que la gente no cambiaba), de haber sabido tirar hacia adelante sin mirar atrás sin dudar ni un segundo.

No sois parte de mi mundo, no eres parte de mi mundo. Este no es vuestro sitio.

Bienvenidos, todos los que quieran decirme verdades como puños.
Bienvenida, cuando quieras, estoy esperando a que sepas descifrar la lengua muerta que hablo cada vez que suspiro.

Intento ser feliz, y si fracaso, será mi fracaso.


"Vidas que dejé cruzadas, vienen encendiéndose.
 Vidas que dejé cruzadas, vienen persiguiéndome."



Por si el tiempo me arrastra a playas desiertas...

domingo, 4 de septiembre de 2011

CERRADO POR DERRIBO



Y aún a ratos, ya ves.

Y me rendiría un día tras otro ante la inmensidad del mar en el horizonte...
   


¿Sabes? Nunca he podido decir que he sido plenamente feliz.
Han pasado demasiadas cosas malas en mi vida.
Muchas me las he merecido, lo sé, me he comportado como un auténtico hijo de puta.
Pero han sido demasiadas...
Pagué mis deudas con creces, ya no aguantaría otra más.
He aprendido que cualquier error puede condenar tu vida.

Siempre me han dicho que tengo los ojos tristes.

Pero, hay un lugar, hay un momento, en el que despellejo el tiempo poco a poco, para no recordar nada, y soy feliz.
Y tan solo hace 3 años que pude contemplar el mar con mis ojos...

Nunca había visto el mar. Nunca.
Pero llegó el día en que me quemé y escapé, literalmente.
Jugué con fuego durante demasiado tiempo, las calles me prendían, mi casa me prendía, la gente me prendía, el pasado me prendía.
Yo era un chaval hecho de gasolina, y todo lo demás, eran cerillas que estallaban en cuanto me acercaba.
Y escapé.
Barcelona. Jamás me cansaré de repetir tu nombre. Eres lo único que amo y se mantiene ahí.

No sabría definir ni en un millón de años la sensación que mi cuerpo y mi alma experimentaron al pisar la arena.
No lloré, no reí, no hablé.
Me dirigí temblando hacia tu mar, con ropa, con cartera, con móvil, con todo encima, dejé que me tragaras y me hicieras renacer con cada nuevo oleaje.
Fuí feliz, y desde ese momento, cada vez que te pisaba, cada vez que mis labios me escuecen por la sal, lo soy.

Dicen que la ausencia es una consecuencia.
Es egoísta, pero por una vez me toca pensar en mí, y pienso, que me encantaría tener a alguien que sufriera por mi ausencia, sin hablar de familia, que sufriera el que me fuera como la mayor de sus pérdidas.
Y que me pidiera escaparse conmigo.
"Si vas a venir conmigo, agárrate"

 

Echo de menos levantarme y respirar el mar.
Joder, qué bonita debes estar cuando paseas por la playa.

Alea.




Y aún a ratos, ya ves...

"Caminando por las venas con mi sangre."




Adelante, sin mirar atrás.
Adelante, como hacen los demás.
Adelante, sin piedad.
Y solo una vez más, soñaremos por lo muerto.

Y nadar siempre a contracorriente.



"Todos esos recuerdos
vuelven a mi persiguiéndome
como una maldición
Es un sueño, una mentira
si no se hace realidad.
O es algo peor lo que me envía hacia el río."


Vengo de la parte baja del valle,
donde, cuando eres joven
te enseñan a hacer las cosas
de la misma forma q las hacia tu padre
María y yo nos conocimos en el instituto
cuando ella tan solo tenía 17
escapamos de este valle
hacia donde los campos eran verdes.
Solíamos ir al rio
y en el rio nos sumergíamos
solíamos dejarnos llevar
por su corriente.
Pasó el tiempo,
y María quedó embarazada
y para mi 19 cumpleaños,
me regalaron un contrato de trabajo y un traje de boda.
Fuimos al juzgado,
y el juez hizo el resto.
Sin sonrisas de día de boda,
sin paseo hacia el altar,
ni flores ni traje de novia.
Tengo un trabajo en la construcción
para la compañía Johnston
pero últimamente dicen que la cosa está mal
debido a la economía y todo eso.
Ahora, todas aquellas cosas
que antes eran importantes para mí
parecen desvanecerse en el aire
Yo actuo como si no recordara nada del pasado,
y María como si no le importara.
Pero aún recuerdo aquellas escapadas que
haciamos en el coche de mi hermano
Si. Recuerdo su bronceado y húmedo cuerpo
yacer a mi lado, tumbados por las noches
a la orilla del lago.
Solía tumbarme cerca de ella,
para oirla respirar a mi lado.
Todos esos recuerdos
vuelven a mi persiguiéndome
como una maldición
Es un sueño, una mentira
si no se hace realidad.
O es algo peor lo que me envía hacia el río.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Parado frente al mar, mientras el mundo gira.


"Puedes apostarlo todo a cara o cruz, y perder, y seguir adelante, y no hablar jamás sobre tu pérdida."


Laberinto de sueño.



Despierto.
Estoy de nuevo en la puerta del laberinto, del día a día.
Abro la puerta, pequeña, insignificante para el resto, nadie quiere que haga ruido.

Estoy dentro, no veo nada, después de disfrutar de un imponente sol durante algún tiempo, tengo que acostumbrarme a la oscuridad, aunque eso me cueste ás de lo que quisiera.
Huelo, noto el olor a asfalto, a humo, a rutina, el el día a día.

Ya veo mejor, busco una ventana, tengo la esperanza de que mi vista apunet al mar, pero solo encuentro muros que llegan hasta el techo.
hay techo, no puedo mirar al cielo.
Me pongo a andar en el bosque de hormigón.

Recorro el mismo camino una y otra vez.
Algo falla, seguro que he dejado algo atrás y no me he querido dar cuenta, que típico.

Llego a una sala común, y debo ser diferente, porque en lo común no encuentro a nadie para compartir mis laberintos.
La sala se desfigura en cinco caminos y una puerta.
Evidentemente, me dirijo a la puerta.
Evidentemente, está cerrada.

Escojo un camino al azar; siempre he creído en una suerte ya echada, pero al fin y al cabo, suerte.

Mi vista se pierde en el horizonte que escudriño al final de un camino totalmente recto, liso.
Doy media vuelta, este camino no es para mí, no pertenece a mi concepto metafísico y humano de realidad.

Me adentro en otro, tampoco es el mío, otra etapa de mi vida desperdiciada, pero de la que algo aprenderé.

Tras probar en cuatro caminos que me llevaban a ninguna parte, comienzo a andar por el quinto y último.
Oscuro, desnivelado, roto, estrecho, húmedo.
Corro.
Me echo a correr como si no hubiera mañana.
Me caigo, me despellejo la carne de mis rodillas desnudas, de mis manos abiertas. Alguien me ha puesto la zancadilla, de nuevo, que típico. Uno, o una más.

Sigo corriendo, cojeando, necesito apoyo. ¿Hay alguien ahí?.
Estoy sangrando, tengo frío, incluso algo de miedo, y una extraña sensación en el estómago, y una sonrisa muy rara.

Me choco de lleno dontra una pared.
Caigo de nuevo al suelo, ésta vez, inherte. El golpe ha dolido demasiado.
Por la herida de mi cabeza empieza a brotar un río escarlata, impregnado de mis pensamientos, de mis ideas, de mis recuerdos, de mis aluciones y mis determinaciones.

Me levanto, aunque haya pasado años en un estado inconsciente y vegetativo, siempre vuelvo a levantarme.
Ya no corro, si tengo que llegar, llegaré cuando sea el momento.
Me acuerdo de una cita de Coelho: "Mientras tanto, si yo me esforzaba como me había esforzado, tal vez consiguiese un día entender que las personas siempre llegan a la hora exactas donde están siendo esperadas.".
De nuevo, qué sonrisa tan rara...me estará esperando...
Camino.
Camino y reviento.

Dónde está la salida...("estás asustado, tu vida va en ello...")

Joder, cuántas puertas he intentado abrir y todas cerradas, en qué mierda estoy metido.
Se abre una puerta ante mí, por fin ha cedido.
Parece una habitación muy confortable. Hay una mujer morena, hay cerveza fría, un tocadiscos y una cama. Creo que he encontrado mi sitio.

No, no, no, no. La habitación no tiene ventanas, la cerveza es Heifer, la mujer es morena y no hay tabaco ni vinilos.
Casi, suerte.

Sigo caminando, ya sin sonrisa. Cuándo me toca, cuándo me toca.

Caigo de rodillas, empiezo a vomitar.
Lo vomito todo, vomito en el camino.
Vomito lo malo de mi infancia, de la rebeldía de mi adolescencia, de i inquietante pre-madurez.
Vomito los márgenes de la sociedad insociable, vomito las puertas cerradas, vomito la cicatriz de mi cuello, vomito a los que me han hecho daño, y que el Señor les perdone, porque no saben lo que hacen.

Estoy vacío, creo que ahora puedo continuar.

Sigo.
Sumo y sigo, y veo rendijas de luz. Corro, nuevo, corro. He llegado.
Me estará esperando fuera.
Veré rostros desconocidos que conozco. Disfrutaré de cada instante como si fuera el primero y el último.
Giro el pomo, el aire me golpea la cara, me sangra, y me encanta.

Estoy fuera.
Cubro mis ojos ante ese imponente sol que tan familiar me resulta.

Pero...
Algo falla.
Caigo.
Me rompo.

No puede ser...estoy otra vez en la puerta del laberinto.


Laberinto del sueño, donde se pierden los demonios de la memoria.


viernes, 2 de septiembre de 2011

Mi nombre es Camino.






Me encanta caminar, es una de mis pasiones.

Uno de mis defectos, elegido al azar entre los 1013 que tengo (y subiendo), es que tiendo a deformar la realidad como en un cuadro de la etapa de las Pinturas Negras de Goya.
A veces me siento como Saturno devorando a su hijo, engullendo cualquier centímetro de cotidianidad realista que aparezca en mi vida.
Como dice una de las personas con más bondad que conozco (alucinante ella) "pensar se me da bien… jodidamente bien.".
Y entonces me paro a pensar, y cuantísimo me jode.
Pero, me cago me cago en mi puta calavera, por qué todo es tan diferente de como lo pensamos a como sucede en realidad, sabes que va a ser así, incluso antes de conocerla.
Nadie se va a reír en mi puta cara, estoy harto de dejarme pisotear por zapatos de tacón del 36.
Me encanta la música, el cine, lo extravagante, la montaña, el mar, el sexo, el poder hablar, incluso escuchar, joder, donde tengo que comprar lo que tienen los demás y me falta.
Sería feliz con un perro o un gato (adoptado, los animales no tienen precio, cabrones) pero mis padres tienen alergia que te cagas al pelo de animal...y no me acostumbro a dormir solo, sobre todo cuando estoy borracho.
"There's no feeling like the one to drink a beer in the sun. To hear music you love and to feel free." Joder, qué razón tienen los Perkele.
Pero también tienen razón en "When you are dead" cuando dicen "Todos te querrán cuando estés muerto." pero hasta entonces, apáñatelas por encontrar a alguien.
Es fácil, encontrar apoyos y eso, para vosotros, humanos.
Pero yo quiero más...necesito más. Quizás ese es mi problema, que idealizo a las personas, que espero demasiado.
Pero, señoras y señores, amigos para ir a la Momia, me sobran. Mujeres Rubias o morenas para echar un polvo, se encuentran.
No...sé que son 21 años...pero por desgracia tuve que madurar demasiado pronto, y amueblarme la cabeza con ideas de futuro.
Yo sé lo que quiero, porque es lo que necesito.
Y a la Momia puedo ir cualquier fin de semana, pero quiero tener el número de alguien a quien llamar y decirle "vamonos de aquí, a Galicia, lo necesito" y que ese amigo acceda cerrando cualquier compromiso.
Y follar puedo follar cuando se me presente la oportunidad (siempre aparece algo, aunque de ciento a viento), pero yo busco fundirme, y sobre todo, admirar a esa persona después, mientras duerme.
Y quiero tener su número, llamarla, verla y decirle "vamonos de aquí, a Barcelona, lo necesito" y que sonría encantada, porque ella ya había comprado los billetes, porque me conoce con mirarme a los ojos, y sabe cómo, cuándo, dónde y por qué.
Solo quiero caminar y que las huellas sean cuatro. Sea o no el camino correcto. Porque, no sé dónde lo oí, el camino de la vida va donde te llevan tus pasos.


Joder, tengo un tocadiscos en la habitación, pero los vinilos no están hechos para escucharlos a solas.


Para tí la vida que te lleva.
Para mí la vida que me quema.
Tenías tanto que aprender.
Y yo tanto por demostrar.
Por un instante, la eternidad.

Cuando aún te espero llegar.


Cuando el aire que respiro hace un nudo en mi garganta.
Cuando mis manos tiemblan al coger un lápiz.
Cuando mi estómago sangra por mis excesos.
Cuando mi reloj marca las 05:43.
Cuando empiezan a entrar sombras azules por la ventana.
Cuando veo mis dedos amarillentos.
Cuando mis uñas apenas tienen color.
Cuando mi cuerpo apenas desprende calor.
Cuando la fuerza de mi voz flaquea.
Cuando no sé si este papel acabará en el teclado o en la basura.
Cuando no me quedan ganas de escuchar mi canción.
Cuando la noche es tan largo esperando lo inesperado.
Cuando el día es tan largo sin esperar nada.
Cuando la vida es un viaje a ninguna parte.
Cuando es la voluntad la que grita.
Cuando nada vale nada, y algo vale lo vale todo.
Cuando queda huir o pelear.

Es entonces cuando sonrío, me quemo, y peleo.

"El tiempo nos enseña a levantar y golpear."

Alea.
Suerte.


jueves, 1 de septiembre de 2011

El miedo es un ladrón al que no guardo rencor.



Daría todo porque me encontrara ella amí, aunque no la conozca, aunque ella ni siquiera sepa que existo.
Por pedirle perderme en la inmensidad de cada una de sus letras, del color infinito de sus ojos.
Es algo que echo de menos, el no haberlo tenido nunca, el no haber sentido revivir tardes que aún no han nacido, el darle los buenos días a la noche a su lado, el acariciarle la espalda desnuda entre castillos de arena inundados de sal.
Te pasas toda una vida, la única, esperando algo, una señal, que no termina de llegar, y cuando decides salir a buscarla, te acuerdas de tu amigo el Miedo.
No lo intentes, te repites una y otra vez, rompiendo tu cuerpo y tu alma contra la pared, e inconscientemente, tu conciencia, te acaba haciendo caso.
Es demasiado tiempo malgastado con personas por las que lo has dado todo y solo has recibido a cambio promesas muertas.
Es demasiado tiempo.
La ilusión es un camino con infinidad de direcciones (me encantan los caminos...), y nunca sabes dónde te va a llevar, y si lo sabes, eres tan estúpido que reculas, por el miedo a fracasar, a que agoten  tu esperanza, a que te hagan daño en ese órgano cosido de parches.
Por fuerza, he terminado por aprender que, cuanto más esperas de una persona, más grande es la decepción que te llevas, y si ella, la que me tiene que encontrar, me demuestra lo contrario, le prometo la luna.
Te agotas, escarmientas y te agotas. Y te cansas de los viernes y los sábados, de las mismas caras, los mismos gestos, las mismas miradas, las mismas calles, las mismas noches, y te cansas de pensar en que todo es tan sencillo como en las películas, como en Cómo conocí a vuestra madre.
Te cansas del "hey tío, cómo te va todo", te cansas del "hola, me llamo x, me das tu tuenti/facebook?". El día que una mujer me de su número de teléfono y me diga "llámame"...joder, ya no quedan mujeres de esas.
De las que siempre me han gustado. De las que les encanta pasear, beber cerveza, escuchar música mientras piensas, ver pelis con miga social o psicológica.
De las que te cogen, sin pedírselo, de la mano cuando vas por la calle, de las que te proponen planes alternativos a ir al Casco con sus amigos.
De esas que quieren conocer hasta la última cicatriz de tu cuerpo, de esas que cuentan estrellas y te escriben notas de papel, de esas que le susurran al viento para contarte sus secretos.
Existes, encuéntrame, porfavor...
Que yo tengo miedo de creer que te encuentro.
Y veo una foto, y me aprendo tus ojos y tu pelo, y tus letras.
Y me ilusiono con algo que se pasa por mi cabeza, y me pongo a mil con solo pensarte aquí conmigo.
Dice Zafón, en Marina, que "sólo recordamos lo que nunca sucedió"...y yo soy un as cuando me pongo a imaginar...


miércoles, 31 de agosto de 2011

De-generación en de-generación

La conciencia es un subapartado del estado anímico y emocional provocado por las drogas de diseño.
El amor es la falacia mas grande jamás conocida, basada en el aumento de pechos, el grosor y el sonido del tubo de escape, o las casas de playa.
La familia y el hogar son un hostal de mala muerte, en el que se come, se cena, se duerme, y se grita.
La enseñanza es una lucha diaria contra las faltas de respeto, contra la rebeldía motivada por una causa aún inexistente.
El deporte está hecho para los fichajes multimillonarios.
La música se llama Pit Bull o Shakira, se escucha en discotecas y bares, y se crea por personajes ridículamente admirados, que crean sin razón ni sentimiento.
La Fe quedó en tiempo de herejes, y es más estúpido, menos valioso y respetado, aquél que le queda alma para creer en algo.
El dinero es la felicidad, la clave, la respuesta, la motivación.
La lectura es para "amanerados" y superdotados, o para pobres que no pueden permitirse el lujo de ir al cine.
Las relaciones se admiten, se bloquean o denuncian en la red.
Las conversaciones son escritas, no son necesarios aspectos como la ironía, las metáforas o los tonos de voz.
Las muestras de cariño dependen de pulsar o no el botón de "Me gusta".
El inconformismo se nutre de aquellos con más tatuajes y pendientes, pelos de colores e imperdibles en la ropa.
La salud la cubre la Seguridad Social, y los fármacos patrocinados.
La televisión, ya que atrapa, entretiene, y anti-educa.
Los best-seller están a manos de adolescentes vampíricos.
El respeto es una mofa en la película de Ali-G.
Los homosexuales pelean por sus derechos, y al igual que los sindicatos, montan parafernalias desorbitadas para dejarse ver, mientras que la mujer que muere cada fin de semana a manos del mismo malnacido, solo tiene el 016.
La política (era) y es un circo, y el parlamento un pulso de aplausos para la mayor sandez.
La alegría empieza el viernes y termina el lunes.
Las sonrisas son fingidas, hacia las personas, y para las fotos por etiquetar.
La vida es corta, por ello, hay que mutilar cuerpo y mente la pre-adolescencia.
La vocación para una profesión es un invento del mercado.
Las carreras en la universidad pública son para niños ricos.
La comida basura tiene más espacio total en la televisión que la noticia referida al maltrato en el hogar.
La ropa, la música y las ideas diferentes, son para modernos y gafapastas.
El llevarse a la chica al final de la historia sigue quedando en manos de los mismos, menos tú.

En qué mierda nos hemos convertido.

De-generación en de-generación...

martes, 30 de agosto de 2011

El adoquín de cada mes.



Se puso una camiseta, la primera que encontró, y cerró la puerta por fuera, procurando no hacer caso a los gritos de la habitación de al lado.
Dobló la esquina de su calle, y salió a una gran avenida alumbrada por farolas de luz tenue, que daban un toque opaco a las aceras, llenas de pisadas.
No es la primera vez que recorría ese camino, ni la primera vez que lo hacía para llegar al mismo lugar.
Por lo menos, una vez al mes, necesita realizar ese camino, sentarse en el mismo adoquín.
Caminó durante unos minutos que se hicieron horas, su cabeza estaba demasiado ocupada como para mandar a las piernas las acciones de ir más rápido, hasta llegar hasta casi el final de Cesáreo Alierta.
Decidió meterse por las callejuelas en las que duermen las malas lenguas y los estómagos vacíos, solo para impregnarse del aroma a frustración, y no sentirse tan abandonado.
Al fin pudo observar, sin apretar los ojos, su destino.
Llegó a la esquina del Parque de la Granja, y justo al lado, estaba su rincón preferido, demasiado visible para que nadie quisiera buscar un refugio.
Cruzó por una calzada, sin mirar, se fiaba del sentido del oído, y cruzó otra más; al fin llegó: su plaza, acorralada por dos vías de doble sentido, inundadas de metal, goma, y olor a gasolina.
Caminó lentamente por la plaza, y llegó al final, justo debajo de una fuente por la que corría un tímido brote de agua, constante, contaminado.
Se sentó, y dejó pasar unos segundos hasta preguntarse cuál era la razón, ésta vez, de encontrarse ahí.
Era su sitio, suyo y de nadie más, su rincón, su refugio, su cuarto sin ventanas.
¿Por qué le gustaba ese sitio? Porque, delante suyo, terminaba Zaragoza. Porque delante suyo, más allá del Pabellón Príncipe Felipe, la carretera se separaba en dos: una, a Madrid, otra, a Barcelona.
Qué curioso, a la derecha, en Madrid, su pasado, aquello (y aquella) que le persigue.
A la izquierda, en Barcelona, quién sabe, si su futuro, le encantaría...

Fallan las farolas, y sigue escuchandose el mismo estruendo de motores al son de los semáforos. Pero se está haciendo tarde, y pronto no habrá nadie que le molesté, y volverá a ser como los otros días, en el mismo sitio, a la misma hora.

A las 00:13, todo está en calma, las farolas siguen con su particular tintineo, los semáforos alumbran con un baile de luces, y los coches descansan, a unos kilómetros de allí, pasando de largo ésta ciudad.

Se siente bien, ya no le preocupa el motivo que le ha llevado hasta ese lugar, el lugar de siempre, cuando hay motivos.
A veces, saca sus auriculares, se tumba, y deja correr las horas charlando con la música. Otras veces, hay silencio. Y ese es el momento por el que está ahí. Lejos de todo, lejos de las realidades ajenas, inmerso en la fantasía propia. Delante el pasado, el futuro, bajo los pies, el presente, y en todo lo que le rodea, el silencio.

Vuelve, ya es tarde, alguien estará preocupado por él, quizás.
Esta vez regresa por el camino marcado por las luces, no quiere más frustraciones por hoy, se ahoga.
Volviendo sobre sus pasos, piensa poco a poco, y todo vuelve a ser igual, todo vuelve a tener el mismo olor.
El silencio de aquellas horas se había encargado de hacer que sus recuerdos se diluyeran en el tiempo.
Ahora, vuelve, y está agotado de compartir el tiempo consigo mismo.

Alea

Jaro



José Joaquín Sánchez Frutos, alias El Jaro

No es una leyenda, ni una parábola. Ni siquiera es una historia bonita.
Pero es una historia real.

El Jaro, un chaval, como tú, como yo, pero aún más joven.
El Jaro, un delincuente, un kinki, una historia, pero real, de las que duelen, de las que atrapan.








Amanece en Barcelona. V.O.


Nunca ví, ni volveré a ver, un amanecer como aquél.
Quizás fue el momento más especial de mi vida, cuando muera, lo sabré.

Aquél 20 de Junio, de madrugada, fue sencillamente extrasensorial.
Xibeca, L&M, arena mojada, un mar lleno de dudas, y un sol naciente, rojo, como unos labios que olvidé.

Fue una noche irrepetible...hubo risas, alcohol, incluso sexo. Y no había mañana.
Fue una noche llena de amigos (así los llaman), conocidos, y mujeres por las que cualquiera vendería un riñón solo por ver como se follan.

Pero al amanecer todo era distinto...al amanecer solo estábamos nosotros tres.
Yo, mi cuerpo desnudo, recién tatuado. Un mar tranquilo, vacío, que rompía en mis pies. Un imponente sol, que mandó a dormir a todos, para quedarnos a solas. Solos los tres. El Mar, el Sol, Yo.

Solo, borracho, perdido...

Me follé a mi mismo.
Me follé dentro del Mar, mientras el Sol salía poco a poco, para alumbrarme.
No pensaba en nada, no me masturbé pensando en esos labios rojos (los que olvidé), pensaba en el momento, en el éxtasis que alcanzaría en ese idílico lugar, en ese irrepetible momento.

Me corrí en el Mar. Exhausto, me vacié por completo en aquella inmensidad.
La pequeña muerte, la gran resurrección...
Me rendí a la mínima corriente que había, me dejé llevar por las olas, tragando agua salada, llenando mi garganta y mis pulmones con ese sabor a nostalgia, con ese olor a libertad, con esa textura de infinito...me dejé llevar, queriendo llegar mar adentro.

Arrastrado por la voluntad de una mano invisible, volví a la orilla, pleno, nuevo, puro, vacío, en un estado mental propio de la inconsciencia.

Y amaneció en Barcelona, amaneció un nuevo día, una nueva esperanza para los desesperados, amaneció, desde lo más rastrero de mi alma, una nueva vida.

Barcelona.
Barcelona...
Barcelona, en tu Mar, queda parte de mí.
Volveré de este viaje.


Desafiando a la noche, huíste roto por dentro.
Tus piernas, hechas de monte, corrían buscando un sueño
...
Regresar, reencarnado en la brisa del Mar
Es regresar, con mil historias en el equipaje
Regresar, por el camino que te vió marchar
Y te oyó jurar... "volveré de este viaje".

Porque en esta puta vida, el odio se acumula.

"Te he dejado en el sillón las pinturas y una historia en blanco."

- Aprende a vivir con ello, sin mí.

Eso fue lo último que le oí decir, seguido de los pitidos más incoherentes que jamás había escuchado.
Seguido del silencio más ensordecedor que jamás había oído.
Silencio...

Cada vez que me acuerdo de aquél invierno, ese mismo frío recorre cada jodida parte de mi piel.
Esa sensación al meter el pie en el mar, aún helado.
Esa sensación al vomitar un litro de Ballantines sólo con hielo.

Es duro no querer olvidar algo que odias.
Es duro creer que existía una unión irreversible entre dos puntos inconexos.
Es duro aparentar, sin saber hacerlo.

Pero supongo que es más duro morir de hambre, estar presionado bajo las manos de acero de un estado sionista, ser cabeza de familia y estar en paro, que desaparezca tu hijo, que la naturaleza arrase tu hogar.
Sí, supongo que todo eso es más duro, pero, ¿a quién quiero engañar?, en ese momento, el mundo me importaba una puta mierda.
En ese momento solo pensaba en ella, en mi, en el "ya-no-somos-nosotros".
En ese momento mi mundo seguía siendo ella...

Solo quería emborracharme, y morirme.
Que le den por culo al mundo, que le den por culo a ella, que me jodan a mí.
Quería verlo todo jodidamente destruido.

Pero, como siempre digo, *Hasta las estrellas por el camino más difícil.
Escogí la opción de seguir con mi sonrisa gris y mis ojos tristes.
Decidí coger aquellas pinturas y colorear una historia todavía en blanco.
No es un final feliz, jamás he sabido distinguir los finales de las verdades a medias (Como dice E.B, "condena al exilio las verdades a medias...").
De un modo u otro, decidí hacerme un último favor, y le hice caso...

Elegí aprender a vivir con ello, elegí aprender a vivir sin ella.

P.D.: En esta vida, solo existen dos clases de personas. En primer lugar, están aquellas de las que siempre te acuerdas. En segundo lugar, están aquellas de las que no puedes olvidarte.

Alea.


Aunque esta vez, si no respiro es por no ahogarme.

No me gusta vivir en la ciudad


No me gusta vivir en la ciudad, me recuerda que estamos hechos de vacío.
Ya no recuerdo cómo se escucha el silencio en las tardes de domingo.
Ya no recuerdo cómo se oye mi voz desde fuera.
Apenas consigo acordarme de las caras.
Supongo que estoy más acostumbrado a las despedidas, al reverso de las manos, al ruido de las puertas de madera.
Supongo que antes de oír esas puertas, debí abrir una ventana, y saltar.
Pero supongo que nunca me gustaron las alturas, nunca las temí, he aprendido a no temer nada, pero no me gustan, estoy demasiado habituado a experimentar las caídas y no soy un as encajando golpes.
Los golpes me dejan marca, y me cortan.
Las cicatrices son mas fuertes que la piel, me recuerdan que algo ha ido mal, por eso estoy lleno de heridas, que aún, no quiero dejar cicatrizar.
Quizás por eso ya no miro al cielo.
Llevo años con los ojos apuntando al suelo cuando camino, soy ciego, sigo tropezando.
Adoro el invierno, encerrado, las mentiras no tienen sitio en mi casa, esté donde esté.
Adoro el invierno, encerrado, tengo excusas para que me falte calor.
Adoro el invierno, encerrado, me quema la vida en las manos.
Odio el invierno, encerrado, no quedan sitios donde huir.
Odio el invierno, encerrado, tengo demasiado frío.

*La única ciudad que me atrapa, es aquella plagada de laberintos, aquella en la que, en sus calles, se respira el aire mágico de tiempos pasados, y el aire contaminado de tiempos futuros.
Aquella ciudad, que es toda Horizonte, aquella ciudad, en la que los sueños se cumplen mirando al infinito, aquella ciudad en la que un viaje es una vida, y cada vida es un viaje.

Lady Blue, Jaro.

Ad asta per aspera.

Y seguir adelante, cuando no haya nada en tí, excepto la voluntad que te dice "sigue adelante".


" ¿Y qué si no entendiste? ¿y qué si no lloraste? ¿y qué si pasa el tiempo? ¿y qué si no es como antes...? "

lunes, 29 de agosto de 2011

Hasta que aprenda a recordar cómo se olvida

Me aburren las risas absurdas, los absurdos pesares, el inocente victimismo de los doloridos, la magnificación de una tristeza incoherente.
Me duele haber vivido a oscuras, y encontrar una luz al final del final del camino.
Me produce cansancio el aburrimiento de los rostros infantiles, y desesperanza el miedo de las manos ancianas.
Me preocupa la saturación de gustos, la difícil elección entre las motivaciones preferentes para cada persona, en un mundo donde todo se consigue de manera muy sencilla, donde se aprende haciendo un clic, en un mundo donde el esfuerzo quedó enterrado en tiempos de guerra.
Me hiere la complejidad de las miradas, los mensajes inconscientes encerrados en cada palabra, las oraciones compuestas, compuestas de ignorancia.
Me producen náuseas los doctorados, los licenciados, la nobleza y los títulos, las etiquetas impuestas por manos férreas que se tambalean detrás de muros de oro, mientras los muros de barro se deshacen en débiles manos.
Me incomodan las Reales Academias, las Formaciones Profesionales, las Universidades de la alta alcurnia, las escuelas privatizadas y mercantilizadas, la educación vendida a los valores del mejor postor, mientras se deshecha la realidad diaria de mi barrio, del tuyo, del nuestro.
Me repugna saber que no se recompensan las historias que hay debajo de cada puente, detrás de cada cartón mojado, detrás de cada viaje y cada naufragio.
Me cansa tener que conectarme a un mundo paralelo para desconectar del mío, tener que navegar y caer en esa red para conocer a alguien que no encontrarás nunca, para confiar en la total desconfianza de una foto digital, para llegar a apreciar a alguien que ni si quiera has escuchado, pero como Dios, deseas creer que está ahí, y que es lo que quieres, que es como tu quieres, como tú necesitas.
Me olvido de acordarme de olvidar los recuerdos que me sobran, de los abrazos que me faltan, del roce de los cuerpos desnudos, del sudor frío recorriendo la piel mientras alcanzo la cima, de la importancia que abraza la sencillez de unos labios de mujer, de compartir el olvido.

Sin embargo, y a pesar de todo, me agradan los pequeños gestos de la ironía humana, la bondad innata de la gente ajena a las ciudades, las creencias, las firmes convicciones, el esperanzador temor a la muerte.
Me ilusiona la inocencia de la maldad de un niño, el temor a la primera relación, las ansias del primer orgasmo compartido.
Me alegra la ropa mojada en los días de lluvia, el olor a mujer al empezar el día, el lado frío de la almohada.
Me hace feliz oír las risas en los parques, ver manos entrelazadas, admirar al Sol, esperando cada mañana, hasta que aprenda a recordar cómo se olvida.