Y no querer salir.

Y no querer salir.
"Parado frente al mar, mientras el mundo gira."

jueves, 22 de septiembre de 2011

Historia de amor entre mi doble personalidad.



No podría vivir sin el odio galopando por mis venas, pero sí sobrevivir sin que el amor me haga latir.

Tan triste...

Por fin he encontrado trabajo, voy a poder sacarme el carné, seguir tatuandome e ir a Barcelona más a menudo.
Además, tengo que ser feliz. Me dejo los riñones moviendo cajas en un almacén, pero dicen, que quieren gente simpática, sonriente, agradable y dinámica.
Me encanta, vuelvo a ser ese tío gracioso de ropa rara y pendientes extraños.

Es genial, sobre todo cuando salgo del almacén y me pregunto qué coño voy a hacer durante el resto del día.
Está claro, esperar a despertarme al día siguiente, y dando gracias.
Suma y sigue.
Suma y sigue.
Suma y sigue.

Qué puedo decir, mi aspiración en estos momentos no va más allá (suficiente) de intentar que mi madre esté feliz y no plegar un coma etílico.

Hablando de ello, mañana es viernes, otra noche en la Momia, bebiendo veneno ausente de la gente, para no perder la costumbre que me ahoga.

¿Quién coño me aporta algo positivo para sonreír?

Tampoco estoy tan mal.
No sé, tú que me entiendes, ¡sabes esa sensación de estar completamente vacío por dentro?.
Como cada vez que vomito, intentado mantener el tipo a cada bocanada de aire que forma un nudo en mi garganta.

Quizás me he vuelto aún más inconformista.
He andado tanto tiempo a oscuras recibiendo palos, que pienso que un destello de luz me dejaría ciego, y los párpados se me pegan después de tanto tiempo. Parece que tenga que esperar a la perfección en persona para que me diga "venga, cogeme la mano, que queda mucho, y muy bueno".
Sí joder...la vida es triste, pero por eso tenemos que apreciar más los momentos buenos.
La vida son todos esos instantes irrepetibles que guardamos en la retina del alma, que, muy de vez en cuando, se reviven en nuestras cabezas, para sacarnos la mayor de las sonrisas.
Y adoro esos segundos...estamos hechos de recuerdos, de ilusión y de la desesperanza heredada, de pequeñas batallas y grandes derrotas contra uno mismo.

Algo me oprime el pecho, sigo teniendo miedo de nada, cuando nada vale nada.
Merezco alguien que me deje que le haga feliz, y que me pague con una sonrisa de buenos días, desde donde sea, como el mayor de sus tesoros.

¿No sientes el frío? Otra vez, de rodillas contra el suelo.

Guarda siempre una bala para el espejo, nunca sabes cuando llegará el momento de buscar otro horizonte.

Cambiaría, lo juro.
Bajo mi puta piel se esconde un mundo.

"Y qué le importa a nadie cómo está mi alma"



Harto de vivir en tierra de promesas muertas...

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