Cuántos cuándos, cuántos dóndes...
Y al final, solo hay uno que vale, solo hay uno por el que ha merecido la pena esperar, por el que ha merecido la pena vivir.
Tu cuándo, tu dónde.
Al final, lo que cuenta, son los ojos que te quieren al despertarte, los labios que te besan por las mañanas, las manos que te abrazan cuando tiemblas, la espalda que acaricias cuando duermes.
Al final, lo que cuenta, es todo aquello que callamos, porque nos sobran las palabras, o porque nos faltan para poder describirlo con exactitud y coherencia.(Exacticamente)
Me pregunta dónde he estado, me pregunta por qué no he aparecido antes, me pregunta si la quiero, me pregunta si pasaré el resto de mi vida a su lado.
¿Aún lo duda?
Yo me pregunto qué ha visto en mí para hacerme su mundo, pero me da miedo seguir preguntandome, hay veces que es mejor obviar la respuesta, y hay veces que es mejor ignorar la pregunta.
Es el momento, es el lugar, es la persona.
Es su mirada la que recuerdo, es su sonrisa la que dibujo, es su tacto el que me emociona, son sus palabras las que creo.
Es su mundo el que yo quiero como mío.
El tiempo es tan relativo...te conozco de diez vidas pasadas, y me basta con una noche para saber que eres tú, y lo sé, y lo eres.
Y lo sé por las manchas de tu ojo derecho, y lo sé por el triángulo equilátero de tu pierna, y lo sé por la forma de tus labios, por el color, o colores de tu pelo, y lo sé por la cicatriz casi invisible de tu cara, y por el escondite de tu ombligo, y por el sabor de tu piel.
Eres tú, palabra.
¿Empezar a vivir? Ahora es el momento, tú eres el momento, lo que pasó ya no tiene mayor importancia que un recuerdo vacío, sin compartir, sin querer guardarlo en el cajón de la memoria, porque no es tuyo.
Todos mis recuerdos son ya promesas que te hice, palabras que convertirás en hechos, sueños que lucharemos por cumplir.
Esta vez, apostarlo todo a cara o cruz, ha sido buena idea.
La Suerte existe, y tiene otro nombre, no solo Alea será por siempre la niña de mis ojos.
La Promesa de una vida se puede quedar grande, pero a mí, me falta tiempo que regalar, caminos que recorrer, lunas que conseguir, y atardeceres que volver a contemplar.
El pasado, el presente y el futuro, se convierten en uno, para darnos la oportunidad de nacer de nuevo, con dos mundos paralelos y regalados, con la misma fuerza e ilusión, para entregarnos la vida con cada mirada.
Ahora entiendo por qué le gustan tanto las espirales...
Y que venga lo que tenga que venir, que me sobran seis vidas con pasar una a tu lado.
Podemos ser héroes, un día nada más.
Parados frente al mar, mientras el mundo gira.
Dejé por ti mis bosques, mi perdida
Arboleda, mis perros desvelados,
Mis capitales años desterrados
Hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
Un resplandor de fuegos no apagados,
Dejé mi sombra en los desesperados
Ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
Caballos sobre el sol de las arenas,
Dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
Arboleda, mis perros desvelados,
Mis capitales años desterrados
Hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
Un resplandor de fuegos no apagados,
Dejé mi sombra en los desesperados
Ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
Caballos sobre el sol de las arenas,
Dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
Tanto como dejé para tenerte.
Lo que dejé por tí, Rafael Alberti.
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